“Juntos podemos ser la Regeneración”. Esta la frase que escuché decir a Xiye Bastida una joven activista muy influyente con la que compartí escenario en un evento de las Naciones Unidas en Dubái, titulado “Together4Transparency”.
Ese evento fue un recordatorio de lo que define y decidirá nuestros futuros: la capacidad de actuar colectivamente, de unirnos alrededor de los propósitos que más nos sirven.
La era del héroe solitario, del líder que mueve montañas, ha quedado atrás. En el mundo actual, marcado por una enorme complejidad e interdependencia, no hay un solo individuo capaz de abarcar todo el conocimiento necesario para resolver las crisis existenciales a las que nos enfrentamos. El futuro será creado por quienes dominen la habilidad de unir voluntades, ideas y aspiraciones. Esos líderes serán los arquitectos de empresas y comunidades regenerativas que no solo prosperen, sino que también guíen el progreso hacia un planeta más saludable.
El futuro no pertenece a las organizaciones que simplemente hagan menos daño, sino a aquellas que hagan más bien, que restauren y regeneren los sistemas naturales.
Este concepto va más allá de la sostenibilidad, pues no se trata únicamente de minimizar los impactos negativos. El desafío actual requiere una transformación profunda, un cambio hacia la regeneración, donde las empresas no solo operan en equilibrio con la naturaleza, sino que colaboran activamente en su restauración.
La urgencia de la Regeneración
Uno de los problemas que enfrentamos es la subestimación de tres fuerzas que están redefiniendo nuestras vidas.
- La primera es el cambio climático. Sus consecuencias ya no son abstractas; son realidades palpables que vivimos a diario, la crisis climática está alterando nuestras formas de vida de manera irreversible. Como advierte Johan Rockström en su teoría de los «Límites Planetarios», ya hemos sobrepasado varios de esos límites, como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, lo que pone en peligro la estabilidad de los sistemas ecológicos.
- El segundo factor que infravaloramos es la inteligencia artificial. La IA ya está remodelando el mundo, desde las industrias hasta las relaciones humanas. No obstante, lo que no hemos comprendido plenamente son las repercusiones existenciales que tendrá una IA descontrolada sobre nuestras economías, sistemas políticos y culturas, podría exacerbar las desigualdades y profundizar los desafíos globales.
- Pero el tercer y menos mencionado de los elementos subestimados es el hecho de que ya contamos con las herramientas necesarias para resolver prácticamente cualquier problema local y planetario que nos desafía. Disponemos de la tecnología, la innovación, las herramientas y los conocimientos para abordar los retos más urgentes de nuestro tiempo. Lo que nos falta es la capacidad de unirnos y actuar en consecuencia.
De hecho, si cada uno de los más de 7 mil millones de habitantes del planeta decidiera, al despertar cada mañana, priorizar la reducción de emisiones, podríamos revertir la crisis climática en un tiempo récord, igual que encontramos el antídoto al COVID en pocos meses.
La transformación que necesitamos no se logrará mediante uniformidad, sino mediante una rica diversidad de esfuerzos colectivos, dirigidos hacia un mismo fin: un futuro regenerativo y sostenible.
La Empresa Regenerativa como pilar del cambio
La transición de la sostenibilidad a la regeneración no es una simple mejora incremental; es una metamorfosis completa de nuestra mentalidad y de cómo percibimos la economía y nuestro lugar en el mundo. La Empresa Regenerativa destaca el concepto de la economía como un sistema interconectado y en equilibrio, que se alinea con los principios de la naturaleza. Las empresas que operen desde esta perspectiva no solo sobrevivirán, sino que prosperarán en un mundo donde la colaboración y la restauración son la norma.
Un enfoque regenerativo requiere una visión de largo plazo, donde las organizaciones se convierten en guardianes de los recursos naturales y en motores de bienestar social. Las organizaciones regenerativas están destinadas a convertirse en agentes de cambio fundamentales en el nuevo paradigma económico. Estas empresas están diseñadas para crear valor compartido, no solo para sus accionistas, sino para todas las partes interesadas, desde empleados y comunidades hasta el propio ecosistema.
En la era de la regeneración, las empresas no pueden limitarse a generar beneficios económicos. Deben abrazar una misión más amplia y profunda.
Esta noción es clave: en la era de la regeneración, las empresas no pueden limitarse a generar beneficios económicos. Deben abrazar una misión más amplia y profunda, que abarque la justicia climática, la equidad social y el empoderamiento comunitario. De este modo, los negocios se transforman en instrumentos para restaurar ecosistemas degradados, promover economías locales circulares y fomentar la resiliencia social.
Encender el deseo de transformación
Hay un concepto que para mí ha sido siempre esencial y a la vez infrautilizado: el deseo de transformación y el orgullo de haber logrado el cambio.
Estas son para mí las claves para eliminar los obstáculos inherentes a la resistencia al cambio y encender en las personas el espíritu de unidad necesario para lograrlo.
Es común encontrarse con frenos en nuestros equipos, personas que se sienten abrumadas por las tareas urgentes del día a día y que consideran que no tienen tiempo para comprometerse con una transformación más profunda. No obstante, al encender el deseo de cambio —de querer hacerlo— y vincular ese deseo con un profundo orgullo por los logros conseguidos, creando procesos que habilitan, podemos derribar esos frenos. El verdadero poder de una organización radica en la participación activa de todas sus partes interesadas en el proceso regenerativo, un enfoque que eleva el potencial humano y genera un impacto positivo duradero.
Un Futuro que merece ser construido
Nos enfrentamos a una pregunta central: ¿Qué futuro queremos? Rodeados por visiones distópicas y la falta de propuestas esperanzadoras, podría parecer que no hay alternativa viable. Ha llegado el momento de desafiar esa noción, mostrando que no solo es posible construir un futuro regenerativo, sino que es urgente hacerlo. Muchas empresas pioneras en la regeneración como Patagonia, LC Paper, Ecoalf, Algaenergy, Hannun para mencionar algunas ofrecen modelos claros y probados de cómo podemos actuar para garantizar que las próximas generaciones disfruten de un planeta habitable y próspero.
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El concepto de regeneración no se trata solo de restaurar lo que hemos destruido, sino de crear nuevos sistemas y formas de vivir que no repitan los errores del pasado. Se trata de evolucionar hacia un nuevo modelo económico que trabaje con la naturaleza, en lugar de en su contra.
La hora de la colaboración radical
Lo que me ha motivado y me sigue motivando a ser parte de las comunidades de cambio más exitosas es que he sido testigo directo de lo que ocurre cuando se crean las condiciones para una verdadera colaboración. Las soluciones más innovadoras y sostenibles surgen cuando reunimos la diversidad de experiencias y perspectivas en torno a un objetivo común. Esta colaboración radical es lo que permitirá que las empresas regenerativas sean agentes de transformación, no solo dentro de sus mercados, sino también a nivel planetario.
Cada acción regenerativa que llevamos a cabo, por pequeña que sea, se convierte en una pieza vital del rompecabezas para restaurar el equilibrio ecológico y social de nuestro planeta. Y por ello, en conclusión me encantaría ofrecer una invitación a formar parte de algo más grande: el renacimiento de una economía global que no solo respete la vida en la Tierra, sino que la nutra y la proteja.
Si queremos asegurar un futuro que valga la pena, debemos unirnos en esta misión regenerativa, aprovechando nuestras diferencias para construir un mundo que refleje lo mejor de nuestra humanidad.
En resumen: «Un futuro radicalmente diferente está a nuestro alcance”.
Foto de Rick van der Haar en Unsplash