El saber ocupa lugar, amuebla cabezas. Pensamiento creativo y volumen  

Hemos deglutido una frase popular que dice: “el saber no ocupa lugar”. No la hemos masticado, ni desgranado, la hemos incorporado al organismo sin pararnos a reflexionar sobre ella. 

Pero paradójicamente, la realidad nos enseña justamente lo contrario. El saber lo ocupa todo, el conocimiento es una de las claves más importantes del pensamiento creativo.

El saber llena vacíos, amuebla cabezas, genera entornos más complejos y enriquecidos. 

Conocer más es pensar mejor. Llegar a una solución empresarial, personal o cotidiana desde el desconocimiento requiere un ejercicio de exploración, análisis y ensayo / error que resulta agotador. Sin embargo, cuando atesoramos una gran cantidad de conocimiento, miles de referencias, cientos de procesos, de datos y de experiencias (en primera o tercera persona), tenemos más posibilidades de rescatar aquella información que enriquece nuestro pensamiento y nos arroja soluciones válidas para diferentes desafíos. 

En comunicación, especialmente en publicidad, conocemos el poder de rescatar un concepto o una situación lejana a una marca o un sector y aplicarla desde el símil o la metáfora. 

Un ejemplo claro, que navega entre lo Boomer y Millennial, es la campaña de BMW “Be water my friend” de 2006. El equipo creativo rescató un fragmento de una entrevista de Bruce Lee y convirtió su mensaje preexistente en su copy de campaña. 

Se estableció una conexión exitosa entre puntos distantes. Una pieza que conoce el equipo creativo se convierte en la solución a una necesidad comunicativa de una marca de vehículos. 

Según cuenta Carlos Lanzón en El País, uno de los creativos de la campaña, la entrevista la había visto años atrás y la recordó tras una semana escribiendo guiones sobre la adaptabilidad del coche al terreno. La buscó, la adaptó y resultó una idea creativa brillante. 

Es un ejemplo extraordinario de cómo un contenido, a priori lejano, tiene una excelente aplicación en un ámbito completamente distinto. 

Acumular estímulos, conocimientos, conceptos, datos e ideas enriquece nuestra forma de pensar.  A mayor volumen de conocimiento y saber, mayores posibilidades de interrelacionar conceptos con éxito. 

Técnicas de generación de ideas como el brainstorming se basan en la premisa de que la generación de una gran cantidad de ideas puede llevar a soluciones creativas. Sin embargo, es frecuente que en estas técnicas grupales las ideas propuestas sean similares entre sí. Esto se explica debido a la influencia mutua y a las tendencias cognitivas compartidas por los miembros del grupo. 

Si todos los miembros de un grupo trabajan con conocimientos, referencias y experiencias similares, los resultados y propuestas resultan similares.

Pero cuando algún miembro tiene un saber variado y diverso, cuenta con mayores posibilidades de proponer una solución que genere diferencias reales. 

Ese concepto tradicional de pensar fuera de la caja quizás esté más vinculado a encontrar herramientas en múltiples cajas. 

Tras 15 años en un departamento creativo tengo el convencimiento pleno de que la creatividad está estrechamente ligada al volumen de conocimiento. Saber más te hace conocer más, entender más y proponer mejores soluciones.

Vivimos con miles de estímulos a nuestro alrededor, el conocimiento y el saber nos rodea pero no siempre permea. Es frecuente que consumamos contenido sin apenas reflexionar sobre él, que se convierta en ruido y deje de tener significado y profundidad. 

Los entornos digitales pueden crearnos una falsa ilusión de que ver es saber. Saber requiere atención plena, retomar esa mirada salvaje que simula el primer contacto con algo, esa mirada de curiosidad casi infantil. 

El contenido fugaz nos permite ver pero no saber, y puede crearnos una falsa sensación de que manejamos un mayor volumen de información y conocimiento del que realmente controlamos. 

Uno de los retos actuales para el desarrollo del conocimiento creativo es ganar conciencia en la adquisición de conocimiento, recuperar la profundidad y el detenimiento para asimilar las múltiples aristas de un concepto o un proceso. Pasar de la fórmula sintética de aproximación a los contenidos y recuperar un nivel avanzando en la interiorización de ideas y términos.  

La especialización profesional nos ofrece un conocimiento profundo y específico, nos permite alcanzar un nivel muy avanzado en la comprensión de los procesos y los conceptos de nuestra parcela laboral. Es interesante que completemos esta especificidad con la ampliación de conocimientos de otras disciplinas y áreas, a un nivel que va más allá de los superficial para ganar una visión enriquecida de la realidad. 

Este saber extenso nos permite tender puentes entre ideas, situaciones y procesos para arrojar nuevas respuestas a los desafíos que surgen. Nos permite trasladar fórmulas de éxito o funcionales de un entorno a otro. 

El pensamiento creativo se potencia a través de conexiones poco exploradas. Cuanto más saber acumules, más posibilidades tienes de generar soluciones inesperadas pero eficientes. 

El saber sí que ocupa lugar, llena vacíos y amuebla cabezas para que tomes mejores decisiones.

IMAGEN | CHUTTERSNAP para Unsplash

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